Ocurrió en Estados Unidos: Erase una vez un ciudadano que vivía al lado de la carretera, donde vendía bocadillos. Era sordo, y por tanto no escuchaba la radio. No veía muy bien, y en consecuencia, no leía los periódicos.

Pero eso sí, vendía buenos bocadillos. Arrendó un trozo de terreno, levantó un gran letrero en él y pregonaba su mercancía gritando a todo pulmón: -¡Compre deliciosos bocadillos calientes! Y la gente compraba.

Aumentó sus adquisiciones de pan y carne. Compró una panadería mayor para poder ocuparse mejor de su comercio y, tanto trabajo tenía, que llamó a su hijo para que regresara de la Universidad, donde estudiaba Ciencias Mercantiles, y le ayudara. Pero entonces ocurrió algo importante, su hijo le dijo: “¿Papá no escuchas la radio ni lees los periódicos?”.

Estamos atravesando una gran crisis. La situación está francamente mal, no podría estar peor. El padre pensó: “Mi hijo estudia en la Universidad, lee los periódicos y escucha la radio, debe saber lo que se habla”. Así que compró menos pan y menos carne desmontó el letrero, dejó el arrendamiento del terreno para eliminar gastos, y no pregonaba sus bocadillos, y sus ventas disminuyeron de día en día. ¡Tenías razón hijo!, le dijo al muchacho. Verdaderamente estamos atravesando una gran crisis.

Este artículo fue publicado por un diario de Nueva York, el 20 de octubre de 1987, unos días después de que la súbita caída en la bolsa de Nueva York, hiciera temblar los cimientos de toda la economía norteamericana. Su moraleja es clara, ANTE EL PESIMISMO GENERALIZADO, NO SE PUEDE CAER EN LA TRAMPA DEL DESÁNIMO COLECTIVO.