«LA PALABRA imposible es peligrosa. Con demasiada frecuencia el progreso se ha visto demorado o incluso detenido por gente que empleó esa palabra. ¿Trasplantar un corazón humano? ¡Imposible! ¿Llevar un hombre a la luna? ¡Imposible! ¿Llevar un negro o una mujer a la Casa Blanca? ¡Imposible! ¿Pero son imposibles en realidad cualquiera de estas misiones? Como lo observara Earl G.Graves, editor de la revista Black Enterprise, “Con el tiempo lo imposible se torna posible”.

«Cuando se le pronuncia en alta voz, la palabra imposible tiene un efecto devastador sobre nuestra mente subconsciente. El proceso mental se detiene. El progreso se detiene. Las puertas se cierran herméticamente. El esfuerzo se frena con un fuerte chirrido. Los proyectos se abandonan. Las esperanzas se desvanecen. Los sueños quedan descartados.

Se obscurece la luz de la imaginación. Las mejores y más brillantes células creativas del cerebro  se mueren en algún oscuro rincón de la mente. ¿Y cuál es el resultado? Las posibilidades son rechazadas.»

«Ahora, dejemos que alguien pronuncie las palabras mágicas: ¡Quizá sea posible! No sé cómo ni cuándo, pero puede ser posible. Esas palabras animadas reúnen esperanzas que no existían. Se reviven sueños enterrados. El entusiasmo comienza a construir. Comienzan a saltar chispas. Se reabren archivos cubiertos de polvo. Las luces no se apagan. Se ponen en funcionamiento fábulas cerradas. Surgen ideas, Comienzan a abrir los mercados. Cesa la sequía. No permita jamás que alguien exprese la opinión de que algo es imposible. Esa es una palabra que obstaculiza todo progreso humano »

Profesor Dennis Kimbro, Universidad Clark de Atlanta en The Executive Speechwriter Newsletter